miércoles, 20 de junio de 2012

La Divina Comedia de Dante

Dante nunca la tituló Divina a su obra cúlmine; solo la llamó Comedia, de acuerdo con la retórica medieval (porque de la pérdida espiritual en la “selva oscura” finalmente se llega a un final feliz en el Paraíso (comienzo desdichado - final feliz); además, no fue escrita en estilo trágico. Bocaccio fue quien llamó “divina” a la Comedia, no tanto por su argumento religioso, sino por la sublime grandeza de la poesía.

La Divina Comedia debe fecharse después del 1300 (después del exilio de Dante). Primero se publicó el Infierno y más tarde el Purgatorio; luego, ambos juntos. El Paraíso fue compuesto en los últimos años de la vida de Dante.

En este poema Dante exalta su pasión por Beatriz, exponiendo de paso tesis morales y políticas, envuelto todo ello en un velo alegórico tupido, lo que conduce a las más variadas interpretaciones.


Pero al mismo tiempo Dante escribió el poema como un juicio moral sobre la historia y sobre los hombres de su tiempo. Por eso, la Comedia es un poema didáctico-alegórico, colmado de descripciones fantásticas típicamente medievales, pero al mismo tiempo diferentes de éstas en la medida en que muchas de ellas tienen raíces concretas: se trata de la vivencia terrena y ultraterrena que se revela a partir de la historia particular de Florencia, es decir: a través de hombres y hechos vividos realmente. De este modo, Dante ancló la visión fantástica en hechos y personajes referenciales, y en una época determinada. Pero lo más interesante es que a todo esto le suma otros personajes de la tradición clásica, logrando un claro sincretismo religioso y filosófico.



El viaje de Dante es el que debe emprenderse en busca de Dios. Pero el poeta informa que él no pretende hacerlo solitariamente sino que desea que su viaje sea aquel mediante el cual se salve toda la humanidad:

Nel mezzo dil cammin di nostra vita
mi ritrovai per una selva oscura
ché la diritta via era smarrita

A través del viaje por los tres reinos de ultratumba, Dante intenta proponer a la humanidad errante el ideal cristiano de redención; pero no intenta salvarse solo sino que su viaje tiene un sentido más amplio: la salvación de la humanidad. Ese viaje asume el carácter de misión que Dios le confiere al poeta para que revele a los hombres las leyes que conducen a un mundo mejor.

En una noche de marzo de 1300 (nuevo siglo), cuando el poeta se encuentra “en la mitad de la vida”, se pierde en una noche oscura, desde la que vislumbra y quiere alcanzar una cumbre. Pero le salen al paso, para impedírselo, una onza, un león y una loba. La alegoría es indispensable para comprender este Canto l del Infierno (Dante desciende al Infierno en Semana Santa, de por sí, entonces, una alegoría de la redención): Dante está perdido en la “selva oscura” (la caída en el pecado) porque perdió la “recta vía” (vida espiritual de la gracia). El jueves 7 de abril se pierde; el viernes inicia la catábasis y permanece hasta el sábado en el Infierno; después de recorrer el hemisferio septentrional, Dante y Virgilio se encuentran en la playa del Purgatorio; allí demorarán más tiempo: es un recorrido de casi tres días (hasta el 13); y la asunción al Paraíso se desarrolla desde el mediodía del 14 y dura 14 hs. Dante divisa a la distancia la Santísima Trinidad. El viaje dura una semana.

Dante explica que esa pérdida de la virtud es comparable con la muerte, es tan “amarga” como ella, y afirma no saber cómo llegó a perderse porque, simplemente, se quedó dormido: esto indica que Dante cayó en una “modorra espiritual” (concretamente, se refiere al período de su vida en el que incurrió en devaneos amorosos a raíz de la muerte de Beatriz). Perdido y atemorizado, se encuentra frente a una colina (la virtud) en la que se reflejan los rayos del sol (lo divino, Dios que se encuentra en la cima como virtud máxima). Pero el ascenso no será fácil ya que debe enfrentarse con tres fieras: la onza, “liviana” y “ligera”, simboliza lo felino (la lujuria, avanza como seduciéndolo); el león “de frente altiva” (la soberbia); la loba “flaca y harapienta” (la codicia). Al parecer, la más temida es la onza, que trata de evitar constantemente el ascenso dantesco, intentando que el poeta regrese a la zona oscura (el pecado).
Virgilio, símbolo de la razón humana y de la filosofía, viene en su ayuda y se ofrece a servirle de guía. Le indica a Dante que esa onza es insaciable y que sólo podrá ser destruida con la llegada de un lebrel, el cual representa un enigma que se interpretó de varias maneras: feltro significa “lugar humilde”, por lo que Dante quizá podría estar hablando de Cristo.

El viaje ultraterreno tiene lugar a través de los tres reinos: del castigo eterno, de la expiación de la culpa, y del tiempo divino. Los tres reinos pueden ser vistos como una alegoría del proceso espiritual del poeta, que, a través del pecado, del arrepentimiento y de la penitencia llega a la redención y a la fe.

Juntos, Dante y Virgilio visitan el Infierno y, desde allí, después de haber contemplado horrorizados las penas a que son sometidos sus pecadores, pasan al Purgatorio, que es una abrupta montaña con siete divisiones.
Ya en el Paraíso es Beatriz, símbolo del amor sublimado por la gracia, quien le sirve de guía al poeta, hasta llevarlo a proclamar que es precisamente el amor quien move il sole e l’altre stelle.


Este post fue escrito tomando como base las clases elaboradas en forma conjunta con Sonia Jostic. Muchas gracias al profesor Daniel Capano por transmitir su pasión por la literatura.

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